EDUCACIÓN FRANCESA VS. EDUCACIÓN ESPAÑOLA
Esta entrada nace del conocimiento de los diferentes sistemas educativos del mundo, de sus ideales, de sus requisitos, sus puntos fuertes y puntos débiles; así, realizaré una pequeña comparación de aspectos que me parecen interesantes entre la educación española y la educación francesa.
La diferencia más visible y más separatista (según mi opinión) la protagoniza la "carga de trabajo en casa", los deberes de toda la vida. El sistema español siempre se ha caracterizado por un peso de tarea extraescolar que ha sido en multitud de ocasiones objeto de debate, de protestas e incluso de manifestaciones. Numerosos estudios culpan a los deberes del estrés y la presión sufridas por muchos de los alumnos, debidos a la sensación de no poder escapar en toda la semana de ese ambiente "de trabajo" que caracteriza cualquier etapa educativa; esa sensación de no haber salido de clase hasta que terminas las tareas del día, ese sentimiento de sentirte encadenado y, por lo tanto, de ver la educación como una cárcel.
Otras investigaciones, por el contrario, avalan y ensalzan la idea de que los estudiantes sigan "trabajando al salir de la oficina", que aumenta su rendimiento y ayuda al estudiante a mantenerse constantemente alerta en cuanto a su formación.
Lógicamente, yo estoy en contra. Jamás he encontrado útil el hecho de llevarme los deberes a casa, pues me daba la sensación de que las clases que daban no eran suficientemente útiles para que yo aprendiese, y por lo tanto perdían valor para mí. Al haber participado tanto del sistema educativo español como del sistema educativo francés, puedo determinar que el hecho de concebir tu formación como una parte del día y no como una carga que debes arrastrar desde "el amanecer hasta el ocaso", hace de la educación un componente que enriquece la jornada, no un monstruo que se traga tus horas y tus días. En Francia, puede ser que en algunas etapas educativas los alumnos tengan más horas lectivas, pero no es la norma general; los estudiantes salen de sus centros con una sensación de "euforia" de poder dedicarse a ellos mismos el resto de la jornada, hasta el día siguiente. Muchas veces, los "especialistas traga-deberes españoles" ante esto, se llevan las manos a la cabeza, y preguntan ¿y qué hacen los estudiantes el resto del día? La respuesta siempre es la misma: El estudiante NO ESTUDIA. NO DEBE ESTUDIAR. Esas horas del día (o más bien de la tarde) debe dedicarlas a su enriquecimiento personal, social y cultural. Así, dicen los franceses, se mantiene el equilibrio entre el deber y el placer, para que uno no sea considerado una carga y el otro un privilegio.
No estoy capacitado para afirmar que la mayoría de problemas de los alumnos con el sistema educativo nazca de la sobrecarga de trabajo que sufren, pero al menos si que puedo insinuarlo.
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